Querido amigo
¿Será que al estar más cerca del sol veo todo más claro?
Querido Manuel, aquí como siempre su fiel amigo respondiendo sus tan valiosas palabras. Por supuesto que quiero saber el curso de su relación con esa misteriosa mujer. También quiero advertirle, si es que aún no le ha respondido la carta, que siguiendo el orden cronológico de las epístolas que usted me comenta a través de este medio, puedo apreciar que es ella quien tiene que responderle a usted, y no al revés. Si acaso estoy equivocado, y existiera alguna carta que desconozco, retiro lo dicho. De estar en lo cierto, le sugiero no volver a escribirle, ya que la superposición de respuestas afectaría su buena reputación.
En cuanto al tiempo que siempre lo tiene preocupado: Distiéndase mi buen amigo. Entre nosotros el tiempo no es más que una convención. Mi condición de muerto me ha elevado a la categoría de atemporal, y como podrá apreciar, apenas usted me nombra, yo estoy, siempre dispuesto.
No le otorgue tanta entidad al paso de las horas Manuel, no va a hacer más que perderlas mientras tanto. Le sugiero ocuparse de la voluntad, que es mucho más poderosa y además, se encuentra dentro suyo y no en un frágil reloj de pulsera.
Mi querido Manuel, le propongo un ejercicio: escríbame una carta por día. Búsquese el momento, así sean dos palabras, así sea silencio. Hágalo. Ya verá como el tiempo deja de ser un impedimento. Todo en este mundo, amigo, es cuestión de hábito.
Un abrazo desde aquí, cerca del sol y las estrellas.
G.
PD. Una expresión en francés que siempre me gustó mucho: Petit à petit
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