Pienso en usted
desde hace algunos días pero recién hoy me siento a escribirle. Otras obligaciones más inmediatas me han retenido
en el medio. Y fíjese que mientras le escribo me ocurre pensar si acaso en el
interín entre pensarlo y escribirle, usted sigue siendo el mismo, o yo. La
inquietud que me trae su imagen, ya desvanecida con el paso de los días, acaso
da lugar a un mejor mensaje, acaso todo lo contrario. De cualquier manera,
aquí en el cielo he adquirido la particularidad de sentir en alma propia lo que usted siente.
Déjeme decirle que aquí
están todos muy bien, no tiene de que preocuparse. Mejor preocúpese por lo que
pasa allí abajo, porque el tiempo apremia, la eternidad es mucho más benévola. Lo que para muchos
es obvio de entrada, a otros les toma muchos años darse cuenta, pero lo peor es
no darse cuenta nunca Manuel. Cuantas veces lo
presentí preguntándose lo mismo? Y cuantas tomando las mismas decisiones? El
tiempo. El tiempo. Usted.
Un abrazo
Giovanni
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