Querido Giovanni,
Sin saber si mis palabras serán leídas, ya que tanto tiempo
hace que no leo nada de usted, le escribo ahora como cada vez que lo hice, y
soy muy sincero en lo que le digo: más lo hago buscando vaciar un poco mi cabeza de
tantas ideas superpuestas, que de recibir las suyas. Usted por suerte me conoce
y me aprecia y además su condición de muerto creo que me habilita a ser
como soy sin temor a represalia, que bien podría ser este el silencio, la
demanda o el reproche, pero aún si así lo hiciera no me importaria, y además no lo creo. El problema ahora es que de tanta explicación e
introducción, y algunas interrupciones que he tenido en el medio, me olvidé lo
que tenía para decirle. Hago memoria mientras le escribo y las palabras se me
escapan y vagan en el aire. No las atrapo. Será que están hechas de la misma materia que
los fantasmas…
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