Mi querido amigo,
Y lo llamo así a pesar del paso del tiempo, de esa sensación que tengo de que usted ya no
existe, ni yo a veces. Me lo pregunto, o quizás por eso le escribo, para
traerlo al presente, para que no se esfume este diálogo que empezó hace tanto
tiempo y cesa sólo en los momentos de ocupación, o felicidad iba a decir y no
se por qué me lo callé. Es que esto ya lo dijimos algúna vez, es en los
momentos de preocupación, enojo, consigo mismo, o lo que fuera, con Dios también
por que no, si acaso le decimos Dios a eso que no podemos encontrarle un
sentido, porque con alguien hay que enojarse y ese alguien le ponemos Dios, que yo le escribo a usted una carta, para despejarme, para
tratar de entender, para que usted me devuelva con unas palabras su parecer, para discutir ,
dialogar, conversar, que eso es lo único que podemos hacer, ante la adversidad,
el destino, o la mala suerte.
Uno sabe, desde que es más o menos chico, que en algún momento
se va a tener que ir, lo sabemos todos, pero uno piensa, o intuye, o quiere
creer, que falta mucho para eso, siempre falta mucho. Y cuando el final viene así de un
saque no hay explicación, no hay consuelo, no hay palabras, porque aún si podemos teorizarlo, tratar de buscarle
la vuelta, las leyes de la vida a veces se adelantan, se adelantan mucho y no
sabemos por qué.
Creer en el cielo, en la reencarnación, en la existencia de
los angeles, en una vida espiritual mucho mejor, nos alivia un poco, nos da
esperanza, de pensar que algún día nos vamos a volver a encontrar, pero la
huella que nos deja la partida adelantada, temprana, innecesaria si, es
imborrable, la herida nunca se cierra.
No se cual será el plan de Dios, mi amigo, usted se lo cruzó
por allá arriba? Le puede preguntar para qué pasan estas cosas?
Un abrazo
Manuel
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